La reina del “talk show”, la presentadora estadounidense Oprah Winfrey, se despidió de su pionero programa de televisión este miércoles, tras 25 años de confesiones íntimas de famosos y diciendo a sus leales fans que eran el amor de su vida.
En un programa grabado el día anterior en sus estudios Harpo, en Chicago, Winfrey subió al escenario y, en lo que se había convertido en un mantra durante un cuarto de siglo, instó a su público a “seguir sus sueños”.
“Cada uno de ustedes tiene su propia plataforma”, dijo Winfrey en el programa, seguido en millones de hogares de Estados Unidos. “La tuya está donde quiera que estés. Esto es tu plataforma, tu círculo de influencia, tu talk-show”.
Winfrey dijo que si tenía algún remordimiento era que no había logrado llamar más la atención sobre la cuestión del abuso sexual de los niños.
“La gente me pregunta si tengo remordimientos”, dijo. “No tengo ninguno sobre el show, pero siento que no fui capaz de llamar la atención a pesar de que intenté en 217 programas mostrar el abuso sexual y la violación de niños, que es peor ahora con internet que cuando hablé por primera vez de eso en noviembre de 1986”, dijo.
Rompiendo muchos tabúes, Winfrey contó abiertamente que ella misma había sido víctima de abusos de niña, tras nacer en un ambiente de pobreza en Misisipi.
En el escenario había una silla, pero la decana de la televisión diaria, entregada a los estadounidenses para discutir abiertamente sus más profundas esperanzas y temores, estuvo de pie en el centro durante la mayor parte del programa de una hora de duración.
En un programa que mostró un collage de segmentos significativos de programas anteriores, Winfrey se burló en ocasiones de su ropa y sus accesorios pasados de moda. Pero la mayor parte de su discurso se centró en lo que ella llama su “viaje”.
“Escuché y crecí”, dijo. “Siempre quise ser maestra y éste es la mayor aula del mundo”.
Winfrey, de 57 años, forma parte de un selecto grupo de celebridades coronadas como deidades del entretenimiento en Estados Unidos.
Una mujer con sobrepeso, negra y emotiva, en lugar de los habituales presentadores de televisión hombres, blancos y dinámicos, parecía una candidata poco probable para el estrellato en Estados Unidos.
Pero su inusual mezcla de autoayuda y confesiones de celebridades la hizo muy popular entre la clase media norteamericana, y Winfrey se convirtió en una de las celebridades más exitosas del entretenimiento estadounidense y mundial.
Cuando el programa llegó a su fin, Winfrey se emocionó, y dejó escapar algunas lágrimas mientras miraba de nuevo lo que ella llamó su “camino de la vida”.
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